Marian González y Belén Jurado presentan este texto de Albano
de Alonso
“Incluir no es “estar”, es pertenecer. Si vamos a crear
aulas inclusivas de verdad (un requerimiento internacional), pensemos antes en
el cómo, no vaya a ser que creemos el efecto contrario: que dentro de un aula
ordinaria un estudiante se sienta excluido.”
Este riesgo no es imaginario. Es una triste realidad. Los
niños con discapacidades de distinto tipo “incluidos” en aulas regulares,
sufren por aislamiento, alienación, cuando no son objeto de “bullying” por
parte de sus pares.
Incluir no es estar, sino pertenecer. Pero no pertenecer al
mundo de los que nos consideramos “normales”, sino a un mundo especial, que
tome en cuenta las necesidades específicas que exigen los niños “diferentes”.
El problema precisamente es pensar en cómo crear espacios
inclusivos de verdad. Que no tienen por qué ser aulas escolares, para niños que
no admiten ser incorporados a aulas programadas para niños que están en
condiciones de responder a las exigencias académicas.
En principio, entonces, debemos rechazar el criterio de que
la “inclusión” debe realizarse a imagen y semejanza de lo que los “normales”
consideramos que es lo mejor para nosotros, desconociendo los requerimientos
que tienen niños diferentes a la mayoría.
El desconocimiento de la diferencia está en la base de las
propuestas de “inclusión”. Y ese desconocimiento es fruto de la ignorancia de
las particularidades que presentan niños sordos, con discapacidad intelectual,
o autistas. Cada uno de ellos necesita una atención educativa específica,
dirigida a dar respuesta a sus necesidades particulares.
Pero también el desconocimiento de la diferencia es fruto de
la demagogia con la que los promotores de la “inclusión” juegan con las
expectativas de los padres, engañándolos con promesas que jamás se cumplen. Se
presenta la “inclusión” como un derecho a la educación, cuando en realidad es
la negación del derecho a una educación acorde con las necesidades especiales
de sus hijos.
Es hora de reflexionar, de ver en la realidad, cómo los
niños que presentan una condición particular, se encuentran excluidos de la
vida del aula, y cómo se hace la vista gorda ante las injusticias que se
cometen en la vida escolar.
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